La integración sensorial es un proceso neurobiológico del sistema nervioso central que permite analizar, interpretar y organizar la información que recibimos de nuestro propio cuerpo y del entorno a través de los sentidos, hoy en día se conocen hasta tres más: el propioceptivo (nos informa de cómo esta posicionado nuestro cuerpo), el vestibular (se relaciona con el control postural, el movimiento y el equilibrio) y la interocepción (relacionado con la información que nos llega de los órganos internos). Con la información recibida repondemos de forma adaptativa a los desafíos que se plantean a nuestro alrededor.
Algunas señales a nivel general que podrían indicar posible disfunción del procesamiento sensorial:
- Responde de manera exagerada ante el contacto físico o texturas o todo lo contrario
- Evita tocar o explorar nuevos entornos
- Muestra miedo exagerado ante movimientos no muy fuertes, a los columpios, a echar la cabeza hacia atrás
- Le molestan los sonidos fuertes
- Busca estímulos chocando o tocando todo
- No para de moverse
- Presenta poco equilibrio
- Dificultad para realizar manualidades
- Desorganizado
- Le cuesta aprender tareas nuevas
- Se distrae fácilmente
- Se frustra con facilidad
- Torpeza motriz, descoordinación
- Retraso en la adquisición del lenguaje
Intervención desde la integración sensorial.
La intervención desde dicha teoría se basa en adecuar el estímulo a las necesidades sensoriales valoradas del niño para favorecer una respuesta adaptada a los desafíos del entorno.
Se trabaja creando experiencias a través del juego en sala y a través de estrategias sensoriales en diferentes entornos.